lunes, 17 de junio de 2013

La tríada del sentir

La tríada del sentir

Formada por los tipos 2, 3 y 4.

Relacionada con la posibilidad de expresar o no expresar sus emociones genuinas, es decir, sus sentimientos.

Tienen en común: la pérdida del sentido de identidad, creando una falsa imagen de si mismos.

Características comunes. Aunque por distintos motivos y caminos están fundamentalmente interesados en el desarrollo de su imagen: Apego al falso o supuesto yo de su personalidad (lo que creen que los demás ven en ellos) (el “afuera”) creen que lo que “aparentan ser” y sus “supuestas cualidades”, son su verdadera personalidad. Compensan su falta de conexión más profunda con las cualidades del corazón (sentir), formando una “falsa identidad” e identificándose con ella.

     Mensaje inconsciente: “Soy lo que aparento ser, lo que los demás ven de mi”, y autenticamente están convencidos de ello... creen ser “su imagen”, es decir… reemplazan lo que son por una imagen… como si dijeran a los demás: "Esta imagen soy yo”… "Te gusta,… ¿verdad?”) … Existe un “auto-engaño”, es posible que los demás los aprueben (es decir, aprueben esa imagen, pero mientras no se identifiquen con ellos mismos, siempre quedará algo más profundo sin validación. Entonces “presentan” esa imagen a los demás (y a sí mismos) con la esperanza de atraer amor, atención, aprobación y sensación de valía.


Prototipos:
Tipo 2: el ayudador: (auto-engaño y deformación del sentir)

Dar, siempre dar y complacer a los demás para caerles bien, para ser amados, necesitados, a veces, incluso, sin que el otro lo pida. Da para sentirse bien él mismo y para que los demás se sientan en deuda con él, para que lo necesiten, para sentirse importante e imprescindible en la vida del otro, se siente ofendido si el otro no reconoce todo lo que le da y se preocupa por él.

     La gran trampa: Por tanto dar y vivir la vida del otro, se olvida de la propia y de atender sus propias necesidades.

     Pecado o pasión:
     La soberbia: Incapacidad de reconocer sus propias necesidades y sufrimientos, por lo tanto, como en un espejo, ven las necesidades y sufrimientos de los demás (que reflejan los suyos, que no desea reconocer) y quiere ayudarlo (y se impone aunque el otro no lo pida ni lo desee) en realidad, es un intento distorsionado, inconsciente e infructuoso, de ayudarse a sí mismo. También podría calificarse como “vanagloria”: Orgullo por la propia virtud. Se dice: Yo no necesito nada de nadie, tú eres el que sufre y me necesita. Yo soy el que te ayuda. Orígenes infantiles: Relación ambivalente con el padre o sustituto paterno.


Tipo 3: el motivador: (reprime y niega el sentir)

Hacer, siempre hacer, realizar cosas y sobresalir en algún aspecto (éxito - logros) para conseguir admiración y reconocimiento, a veces sin escrúpulos, lo importante es triunfar, sobresalir, “el fin justifica los medios”. ¿Sobresalir en qué? Depende lo que se considere como valor de éxito y realización en el ambiente cultural en el que se desarrolle,… en una sociedad de consumo: yo soy el que tiene lo mejor. En un convento: yo soy el que más reza y hago más caridad. En una sociedad capitalista: yo soy el que más hago dinero. En una sociedad espiritual: yo soy el que más y mejor medita.

     La gran trampa: Se identifica tanto con su imagen “de éxito”, que no sabe en realidad quién es. “Cree” ser la imagen que ha creado.

     Pecado o pasión:
     La falsedad: Entendida como la creencia que sólo somos el ego, por lo tanto nos esforzamos en hipertrofiarlo en lugar de desarrollar nuestra verdadera naturaleza. También podemos llamarlo vanidad, o sea, el intento de hacer que el ego se sienta valioso sin recurrir o contactar con nuestra fuente espiritual. Origen infantil: Identificación positiva con la madre o sustituto materno.


Tipo 4: el artista: (exagera el sentir)

Exagerar, exagerar, creando una compleja historia (generalmente dramática) sobre sí mismo y dando una tremenda y exagerada importancia a sus características personales, para sentirse especial, diferente, casi único. Todo es exageración en él. Y es que, en realidad, se siente diferente.

     La gran trampa: Se “congela” en su “imagen exagerada” de sí mismo y queda bloqueado. Siente: Yo soy alguien más especial… nadie me comprende,… nadie puede sufrir o sentir como sufro y siento yo,…nadie es capaz de amar como amo yo,… nací en la época equivocada, soy tan especial, que el mundo no está preparado para comprender a alguien como yo…

     Pecado o pasión:
     La envidia: Que es una sensación que les falta algo esencial. Los lleva a pensar que los demás tienen cualidades de las que ellos carecen. Anhelan lo que les falta y eso les impide ver los muchos bienes y cualidades que poseen. También puede asociarse con resentimiento. Orígenes infantiles: No se identificaron ni con su padre ni con su madre.

En próxima entrada desarrollaremos la tríada del pensar.


Dr. Oscar L'Argentiere - Médico M.P. 19.178
Homeópata Unicista, Iriología,
Terapia Floral, Acupuntura China,
Psicoterapia Dinámica y Transpersonal

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