Salud y enfermedad
El ser humano no es solamente un conjunto de células, tejidos y órganos que funcionan independientes entre sí. Según la Organización Mundial para la Salud (OMS), la salud es: "El completo estado de bienestar físico, psíquico y social, y no solamente la ausencia de la enfermedad".
Los determinantes de este bienestar son las condiciones favorables en vida en toda su amplitud: vivienda, trabajo, educación, alimentación, seguridad, etcétera, y participación. Es decir, la satisfacción de las necesidades básicas individuales y el sentimiento de comunidad e integración positiva y activa con los demás y con el medio.
Como ser sociable, el hombre (genéricamente hablando), tiene la necesidad de pertenecer y de relacionarse con sus congéneres. De allí surgen las situaciones de amor, familia, confianza, afectos, lealtad, paz, armonía e intercambio emocional, y la salud y la enfermedad son variaciones de un mismo proceso de relación entre el sujeto y su medio, según su capacidad de adaptación.
Somos un todo con el universo, y debiéramos vivir en perfecta armonía con él, de esta forma nos encontraríamos en un estado de equilibrio y salud. Pero..., cuando un ser no se adapta, es decir, cuando sus respuestas a los estímulos y agresiones hostiles de la vida son incorrectas, exageradas o desmedidas, el resultado es la enfermedad.
El hombre vive inmerso en el cosmos y en su microcosmos (su medio individual), recibiendo constantemente su influencia, siendo su vida, la consecuencia de esa capacidad de adaptación. Si no hubiera adaptación, la vida no sería posible. Por lo tanto, otro concepto de salud, podría ser: "El estado de salud depende de la capacidad de adaptación de cada individuo".
Cada persona tiene una forma única y peculiar de reaccionar, actuar, procesar y modificar el estímulo, en relación a sus características individuales, temperamento y personalidad. En situaciones normales, frente a un riesgo, peligro o agresión, el organismo reacciona en forma rápida, ya sea en una actitud de defensa (contra-ataque) o huida, accionando todos los mecanismos fisiológicos a su disposición y la secreción de sustancias activadoras a través del sistema nervioso y glandular, poniendo en acción su sistema muscular, aumentando el riego sanguíneo, acelerando el ritmo cardíaco y la circulación, su presión arterial, la frecuencia respiratoria, la actividad hormonal, etcétera, pero..., una vez que el peligro ha pasado tiende a volver a la normalidad, y recupera su estado de tranquilidad y seguridad.
Si la situación de riesgo es demasiado importante o repetitiva, no da tiempo para que vuelva a la fase de normalidad, y estas modificaciones mentales, emocionales y fisiológicas se hacen permanentes, llegan con el tiempo a conocerse como "estado de fatiga crónica".
Muchas veces el peligro ya no existe, pero posee el hombre (a diferencia de los animales), "una inteligencia racional", puede tener la incapacidad de relajarse "por lo que hubiera podido pasar", sigue pensando y mortificándose por algo que "ya no existe", como si en realidad lo estuviera viviendo en el presente.
Este estado de preocupación permanente, aún sin riesgo concreto, disminuye sus defensas orgánicas y psíquicas, llevándolo a la fatiga crónica y por consecuencia, lo predispone a enfermarse.
Es importante intentar vivir el aquí y ahora: "Sólo el presente existe, el pasado ya no está, y el futuro aún no ha llegado" (Frederick Perls - Terapia Guestáltica)
"La naturaleza es el primer médico, y sólo ayudando y colaborando
con sus esfuerzos, es como llegamos a la curación" (Hipócrates)
Dr. Oscar L'Argentiere - Médico M.P. 19.178
Homeópata Unicista, Iriología, Terapia Floral, Acupuntura China,
Psicoterapia Dinámica y Transpersonal
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